Biología, Clase 2
Buenas noches queridos estudiantes.
Como veo que la Biología no merece
su atención, vamos a continuar dando temas de mi interés que formarán parte de
los conceptos que veremos en las próximas evaluaciones.
Los conceptos de salud y
enfermedad, ya los tienen bien aprendidos, al igual que lo dicho por la OMS.
Por eso en esta instancia vamos a leer sobre noxas.
Noxas.
Los agentes
productores de enfermedades Todos los organismos vivos están expuestos a
padecer alguna afección causada por agentes patógenos. Muchas de las
nomenclaturas biológicas provienen de términos del griego o del latín. Por
ejemplo, los vocablos agente y patógeno derivan de las locuciones griegas
pathos, (enfermedad) y genein, (engendrar), haciendo referencia a toda aquella
entidad biológica capaz de producir enfermedades o daños a la biología de un
huésped (organismo vivo) sensiblemente predispuesto. Entonces cuando se produce
una infección, ésta puede ser provocada por microorganismos como las bacterias,
los hongos, los virus e incluso a veces también los protozoos. Es importante
tener en cuenta que no todos son microscópicos. Cuando una infección es
producida por un agente biológico patógeno de tamaño macroscópico, como los
vermes o gusanos, hablamos de infestación.
Hay una
diferencia adicional entre infección e infestación que es que en la primera,
los organismos se reproducen dentro del huésped, mientras que en la segunda no
lo hacen. Las noxas, (del latín damnum término que significa daño), son
factores tanto internos como externos al organismo enfermo. Para que una noxa
cause daño intervienen varios factores como: la susceptibilidad del organismo
hospedador, es decir de sus condiciones físicas, psíquicas, socioculturales;
las condiciones del ambiente; y el resultado de las interrelaciones que se
crean entre la noxa, el huésped y el ambiente. Las noxas pueden tener
diferentes características y diferentes orígenes de manera que se pueden
clasificar en biológicas, químicas, físicas y socio-culturales.
Son ejemplos de
noxas biológicas las provocadas por el Trypanosoma
cruzi, causante del mal de Chagas, Vibrio
cholerae, bacteria que causa el cólera o el arbovirus de la familia Flaviviridae agente causal del dengue
(que es una enfermedad virósica). Las noxas químicas provocan intoxicaciones,
por el efecto del ingreso de distintas sustancias. Son ejemplos, la inhalación
prolongada de productos tóxicos (pinturas, solventes, combustibles, monóxido de
carbono) y mordeduras de animales ponzoñosos como ofidios, arañas, insectos y
escorpiones. Las noxas físicas como las diferencias de presión, los cambios
bruscos de temperatura, las radiaciones nocivas, los golpes son ejemplos que
podemos incluirlos en este tipo 1 Agentes biológicos: microorganismos, con
inclusión de los genéticamente modificados, cultivos celulares y endoparásitos
humanos, susceptibles de originar cualquier tipo de infección, alergia o
toxicidad.
Cuando la
salud de los individuos se ve afectada ante cambios en el medio o ambiente,
costumbres de vida, factores de estrés y estados de angustia, entre otras, las
noxas son socio culturales. Las noxas suelen interactuar, en algunos casos una
noxa química puede desencadenar un proceso de base biológica, como el cáncer o
una noxa biológica como un virus, puede o no producir una enfermedad
dependiendo de su interacción con las otras.
Investiga
Trabajo 2
Responde en el drive.
1- Realiza un cuadro de
clasificación de noxas.
2- Busca una imagen relacionada con
las noxas marcadas en verde y súbelas en tu trabajo
3- que es un verme, busca un
ejemplo en imagen y descríbelo.
Primeras enfermedades.
La primera
pandemia del siglo XXI Una tarde calurosa del mes abril de 2009 en la localidad
de La Gloria, México, Edgar Hernández, un niño de 4 años, se sintió mal y fue
llevado a un centro asistencial; los médicos que lo atendieron detectaron
fiebre muy alta y le diagnosticaron un cuadro gripal. Algunos días después ya
estaba repuesto y en su casa.
Lo que no sabían
los padres de Hernández, ni los médicos, ni mucho menos las autoridades
sanitarias, era que este niño iba a ser confirmado más tarde como el primer
caso de gripe “A” (H1 N1/2.009) en humanos. Unos pocos meses más tarde el mundo
entero observaba azorado cómo, una “nueva enfermedad, misteriosa e
impredecible”, en poco tiempo se diseminaba alrededor del globo. Apoyados por
los medios masivos de comunicación, el miedo y la incertidumbre se apoderaron
rápidamente de la gente. Se hablaba de cerrar fronteras.
Nos referimos al
primer caso a partir del cual se desarrolló la pandemia de 2009. Cabe aclarar
que el virus de influenza “A” (H1 N1) circula entre los seres humanos desde la
tristemente famosa pandemia de gripe de 1918 mal llamada “gripe española” y
luego, en 1977 volvió a aparecer durante la epidemia de gripe en Rusia.
Incluso, el
pequeño fue inmortalizado con una estatua de bronce de tamaño real, en “honor”
por haber sido declarado oficialmente el precursor de la primera pandemia del
siglo XXI. Además, por el hecho de ser el primer caso registrado oficialmente
se lo conoce también como el niño cero. Así la llamaban los principales medios
gráficos y televisivos del momento
En ese momento,
se estigmatizaba a cualquier viajero proveniente de México tuviera fiebre o no,
y el alcohol en gel pasó a ser un accesorio personal tan imprescindible como el
mismísimo celular. En muchos países se suspendieron las clases y se cerraron
los espacios públicos. Al poco tiempo algunas tradiciones, como saludarse con
un beso o compartir el mate, cambiaron drásticamente. La población mundial
estaba viviendo en vivo y en directo los efectos de una pandemia en pleno siglo
XXI.
Hasta ese
momento, para muchos, las epidemias y las pandemias eran acontecimientos que
sólo ocurrían en los relatos de los libros de historia y que tanto la ciencia
como la medicina moderna debían tener controlados por completo. Pero
lamentablemente, hoy sabemos que las pandemias, como la de la gripe “A”
(H1N1/2009), no serán las últimas y que ellas seguirán afectando a la humanidad
a lo largo de toda su historia.
Allá lejos y
hace tiempo, breve historia de las epidemias
La sociedad
humana debió recorrer un largo camino para poder llegar a entender por qué se
producían las epidemias, cómo prevenirlas y cómo combatirlas. En los siguientes
apartados trataremos de analizar, cómo el ser humano incrementó los
conocimientos acerca de las epidemias y cómo éstas afectaron el desarrollo de
las sociedades.
A partir de la
revolución agrícola del Neolítico (8000 a. C.), cuando poblaciones/comunidades
se trasladaron a vivir en ciudades, se generaron las condiciones que favorecían
que las enfermedades infecciosas se hicieran presentes en gran escala. Hasta
ese momento, el hombre del Paleolítico se encontraba relativamente a salvo de
las epidemias, gracias a que los grupos de recolectores y cazadores, por lo
general, no sobrepasaban los 500 individuos. En esas condiciones difícilmente
los gérmenes pudieran prosperar, ya que para ello los organismos patógenos
“requieren una reserva de víctimas susceptibles que sólo puede generar una
población lo suficientemente densa” (Lindemann, 2001:36).
Desde hace miles
de años las enfermedades infecciosas llamaron la atención de los eruditos de
todas las épocas, quienes solían encontrar una explicación posible en la
hipótesis del “castigo divino”. Los libros antiguos sagrados como el Éxodo y
otros “profanos”, los de Platón o Plinio dan sobrada cuenta de ello ¿Dónde?
¿Cuándo?. Muchas otras veces se recurría a la astrología para predecir cuándo
acabaría el flagelo o más aún, cuando comenzaría uno nuevo.
Esta costumbre
prosiguió durante muchos siglos, un ejemplo de ello es el nombre dado a lo que
conocemos como gripe que fue bautizada como influenza en el Siglo XV durante la
epidemia respiratoria; término italiano que hacía referencia a la influencia
que ejercían las estrellas y los astros, en la aparición de una enfermedad. Fue
Hipócrates (460 - 357 a.C.) uno de los primeros en advertir que existía una
relación casi directa entre las enfermedades infecciosas y el medio en que
éstas se desarrollaban.
El padre de la
medicina moderna, tratando de despegar a los dioses de la responsabilidad de
los padecimientos corporales, pudo describir una epidemia de paperas que se
propagó en la isla de Tasos. Lo extraordinario de Hipócrates, como sostienen
algunos autores, fue que “desarrolló un sistema filosófico racional, basado en
la observación y la experiencia, que aplicó luego al estudio de las
enfermedades… y prescribió que se interrogue al enfermo para deducir
racionalmente las causas de su mal” (Alinovi, 2009:21).
Este médico
creía que los cambios estacionales y especialmente los climas cálidos y húmedos
propiciaban la aparición de enfermedades, pero sus ideas no serían tenidas en
cuenta hasta muchos años más tarde. Las epidemias también contribuyeron a
modificar la historia de los pueblos, tal es el caso de la gran plaga de Atenas
que el historiador Tucídides (460-399 a. C) describió detalladamente.
Por esos años
Esparta mantenía sitiada a Atenas, y esta situación provocó que muchos
campesinos se refugiaran dentro de los muros de esta metrópolis griega,
superpoblando la ciudad. Cuando la enfermedad ingresó, el hacinamiento y los
avatares de la guerra que se estaba desarrollando promovieron condiciones para
que las enfermedades se propagaran. Muchas de las epidemias sufridas por los
pueblos europeos y asiáticos fueron favorecidas por el intenso intercambio comercial
imperante entre el viejo continente y Asia. También, los soldados que
participaban de las continuas guerras, transportaban sin saberlo, vectores
potencialmente peligrosos como ratas o garrapatas.
Tanto fue así
que en el año 660, el califa Omar se abstuvo de invadir las regiones que
estaban sufriendo epidemias para preservar a su ejército (Hervé, 1971). Un caso
emblemático que asocia el trinomio enfermedades-guerras-soldados
Posiblemente se
trataba de fiebre tifoidea proveniente de Etiopía; conclusión a la que se llegó
al secuenciar restos de cadáveres de la época y encontrar el genoma de
Salmonella entérica serovar Typhi ( Papagrigorakis, 2006) fue sin dudas la
epidemia de sífilis que se produjo en Europa a fines del siglo XV.
En 1495, apenas tres
años después de la llegada de Colón a tierras americanas, 30.000 soldados del
rey de Francia Carlos VIII, se asentaron en la península itálica. En esos
tiempos era habitual que los soldados que sitiaban alguna ciudad y que
permanecían largo tiempo en el campo de batalla fueran acompañados por un
séquito de prostitutas (que en este caso fueron alrededor de 800). La
enfermedad se propagó rápidamente, primero entre los soldados, luego en la
ciudad de Nápoles y finalmente en Europa. A esta infección, altamente letal, en
un principio se la conoció como mal francés “morbus gállicus”. En cambio, los
franceses la llamaban “mal italiano”.
No pasó mucho
tiempo para que se impusiera la idea , de que la sífilis provenía de América,
por ese motivo se la conocería también como “enfermedad de las indias” . Hoy
sabemos que la sífilis y otras enfermedades venéreas estuvieron presentes entre
las poblaciones de ambos continentes muchos años antes de la llegada de los
españoles a América. Muchos personajes de la historia padecieron la enfermedad
, pero uno de ellos merece nuestra mención.
Cuentan los
relatos que en 1534, un noble y rico español padecía sífilis y recibió la
sugerencia de que en unas tierras, en el sur del mundo, existía una planta
capaz de aliviar y curar sus males. La intención de este noble, llamado Don
Pedro de Mendoza, era hallar una cura para su mal. En 1536, fundó la ciudad de
Buenos Aires, construyó un fuerte para un puñado de hombres (la población de
Buenos Aires en 1610, no superaba los 500 habitantes) y se dedicó a rastrear al
vegetal que salvaría su vida, pero no lo encontró. La planta en cuestión era el
guayacán o “palo santo”, mencionado en el poema Syphilo escrito por el cirujano
Gerónimo Frascatoro en 1530. Desde ya que, esa especie crece en América
tropical, pero lejos estaba de proporcionar una cura para la enfermedad de
Mendoza. Unos años más tarde, la muerte lo sorprendió en su regreso a España.
Como un juego del destino, la verdadera cura de la sífilis provino de un hongo
Penicillium chrysogenum, pero sus efectos beneficiosos fueron descubiertos casi
400 años más tarde.
Esta enfermedad
de transmisión sexual producida por la bacteria Espiroqueta del género
Treponema pallidum que produce distintas manifestaciones clínicas y, que si no
son tratadas, conllevan a la muerte del paciente. El término sífilis proviene
del nombre ‘Syphilo’, pastor y protagonista del poema del médico italiano
Gerónimo Fracastoro (1478-1553), quien en el poema relata cómo Syphilo fue
castigado por el dios griego Apolo por llevar una vida “inmoral y llena de
vicios” con una nueva, estigmatizante y desconocida enfermedad.
Martín Pinzón,
Pedro I de Rusia, Franz Liszt, el Papa Julio II, el emperador Tiberio, Calígula
y Federico Nietszche fueron algunos de los personajes históricos que sufrieron
la enfermedad. Con respecto a Nietszche, se especula que la demencia que lo
afectó en su último año de vida estaba relacionada con las fases terminales de
la sífilis.
Otra de las
epidemias importantes, de las que se tiene registro es la peste que azotó a
Eurasia durante la Edad Media. Conocida vulgarmente como peste negra o
directamente como peste, se propagó en Asia y Europa en distintas oleadas con
mayor o menor intensidad, apareciendo y desapareciendo alternativamente durante
más de 400 años. El cronista italiano Agnolo di Tura describió a la peste de
1357 detalladamente y afirmaba que “morían tantos que todos creían que había
llegado el fin del mundo” (Lindemann, 2001:38).
Las tasas de
morbilidad y mortalidad eran altas. Por ejemplo, en la ciudad de Padua, en
1630, se produjeron 19.000 muertes sobre un total de 32.000 habitantes o sea
que las defunciones alcanzaron al 59% de la población. Porcentajes similares se
registraron en Nápoles y Roma (1656). Las autoridades de la época recomendaban
todo tipo de métodos para no contagiarse de la peste. Las recetas eran de lo
más variadas, desde “mezclar lágrimas en ungüento con todo el odio que se haya
tenido y contrición de corazón” (Bowsky, 1994, citado en Lindemann 2001:43),
hasta organizar procesiones y oficios religiosos o recomendar ayunos generales.
Tampoco faltaron
las recetas xenófobas y racistas, como por ejemplo la flagelación de los judíos
por considerarlos “responsables de emponzoñar intencionalmente los pozos”
(Lindemann, 2001:43), o las expulsiones de los extranjeros y los mendigos. Es
interesante destacar que, a pesar de prevalecer las recomendaciones místicas y
discriminatorias, también se aceptaba que causas naturales tuvieran alguna
relación directa con el comienzo de la oleada de la peste.
Veranos muy
calurosos o inviernos muy crudos eran asociados al posible comienzo de una
epidemia; también las hambrunas, el desplazamiento de ejércitos, la falta de
higiene y el agua estancada eran factores, a considerar. El remedio más
encomendado, y que seguramente sólo sirvió para expandir mucho más los brotes
de peste, fue la recomendación y la obligación de huir del lugar de la
enfermedad. Siguiendo este precepto, muchos de los que podían hacerlo, llevaban
consigo a los vectores (las ratas) que se encargarían de extender la epidemia.
Aunque, como es
de suponer, algunas medidas adoptadas funcionaron (como el saneamiento de los
sectores públicos o la desinfección de los enseres de los enfermos) pero eran
tantas las recomendaciones a seguir que nunca se podía saber cuáles eran las
medidas más adecuadas. Hoy sabemos que la enfermedad que azotó a Eurasia
durante tanto tiempo fue una epizootia (una enfermedad que infecta a un gran
número de animales de la misma o de distinta especie) que afectaba a las ratas
negras europeas (Rattus rattus) y que fue transmitida a los humanos por la
picadura de la pulga huésped de los roedores (Xenopsylla cheopsis). Al morir la
rata de la que se alimenta la pulga, ésta buscaba otra fuente de alimento, en
este caso y dada su proximidad, resultaban ser las personas que vivían en las
ciudades, transmitiéndoles así el bacilo que producía la enfermedad (Yersinia
pestis).
No se sabe, a
ciencia cierta, qué clase de peste fue la que castigó al viejo mundo por más de
cuatro siglos (desde cuándo hasta cuándo). Dadas las descripciones hechas por
los cronistas de la época, probablemente se tratase de peste bubónica y peste
neumónica alternativamente, ambas con una alta tasa de mortalidad. Es evidente
que las continuas oleadas de peste en Eurasia, y su alta mortalidad, debieron
tener importantes consecuencias económicas y sociales y, aunque al respecto hoy
existen muchas controversias, probablemente la alta mortalidad provocó escasez
de mano de obra, hecho que pudo propiciar el desarrollo de nuevas tecnologías.
También se cree, que provocó una gran contracción del área cultivada hecho que
con el tiempo generó un corrimiento hacia la producción de ganado. Otra de las
consecuencias que se atribuyen a las epidemias de peste fue la disminución del
crecimiento vegetativo en Europa.
Trabajo 3
Lee
atentamente y responde el en drive.
1.
Marca las palabras que no
entiendes y busca el significado.
2. Realiza una linea histórica con los acontecimientos.
3.
Describe las epidemias que
menciona, ¿que las causa?, ¿cuáles son sus síntomas? ¿se encontró una cura para
esas enfermedades?.
4.
Compara las pandemias que
asolaron a la humanidad con la pandemia de COVID-19. ¿Cuáles son las
similitudes y las diferencias?
Hola profe el trabajo te entregamos por correo? y cuando
ResponderEliminarProfe para cuando es?
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